Elecciones, Colombia y la para política: Mateo Echeverry

Somos “la democracia más estable de la región”. Según esta visión, sólo a excepción de la dictadura del Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, entre 1953 y 1957, Colombia ha sido un ejemplo de procesos democráticos en el continente plagado de golpes de Estado. Lo que tira al piso la idea de la “estabilidad” de la democracia en Colombia es, nada más y nada menos, que la realidad: un conflicto interno que ya cumple más de 50 años, políticos en la cárcel acusados de realizar pactos electorales con grupos paramilitares, un presidente que piensa reformar la Constitución Política para presentarse a las elecciones presidenciales para un tercer periodo.

Y es que en la actualidad, la idea de “democracia” parece desvanecerse

mucho más, ante la creciente influencia del Poder Ejecutivo sobre los demás. Con la reelección de Uribe, en 2006, se ha roto el equilibrio de poderes que la constitución colombiana presentaba. Con un Congreso a total merced de los caprichos presidenciales, y una Rama Judicial cuyos integrantes, poco a poco, van siendo reemplazados por miembros afines al Gobierno.

Pero quizá, el mayor escándalo que se ha presentado en Colombia -y del cual todavía se busca establecer la profundidad del fenómeno-, es la “para. Política”: políticos realizando pactos electorales con grupos paramilitares. Estos grupos armados (ilegales), por medio de la intimidación a la población de áreas de su control, ayudaban en la elección de congresistas, alcaldes y gobernadores. Son votos que se obtuvieron con amenazas y con sangre. Esto no era una novedad, porque desde hace tiempo el desmovilizado comandante de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), ahora preso en Estado Unidos por cargos de narcotráfico, Salvatore Mancuso, había comentado “creo quepodemos afirmar que tenemos más del 35 por ciento de amigos

en el Congreso”. En la actualidad hay 77 congresistas investigados y 9 condenados por nexos con grupos paramilitares.

La “parapolítica” salió a la luz pública como parte de una investigación realizada por Claudia López de la ‘Fundación Nuevo Arco Iris’. Esta investigación señaló la coincidencia que existía entre el dominio paramilitar en ciertas zonas del país y la emergencia, en estos mismos territorios de pequeños partidos políticos que juntaban a políticos tradicionales y ‘no experimentados’, logrando un apoyo arrasador. Este fenómeno de “votación atípica” logró que candidatos al senado, en el 2002, lograran obtener un 90% de los votos en sitios en donde en el pasado no habían logrado superar el 5%.

El escándalo de la “parapolítica” ha tenido fuerte impacto sobre el Gobierno de Uribe pues, aunque no ha sido señalado, colaboradores cercanos, como su primo, Mario Uribe, están siendo investigados por nexos con estos grupos ilegales.

Lo cierto es que la “parapolítica” puede ser una lección para el mundo, de cómo los procesos democráticos pueden ser cooptados por intereses perversos. La democracia no es tanto la forma como la esencia misma del proceso. Y lo más complejo es que la palabra “democracia” no significa para todos lo mismo. Para algunos es un proceso en el que todos podemos elegir y opinar

Sobre lo que toca nuestra realidad. Para otros, es simplemente un excelente disfraz.

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