El falso Narciso del siglo XX
La posmodernidad, el fin de las ideologías, la caída del muro de Berlín, el fin del mundo bipolar, etc, son eventos que la generación actual no presenció o, al menos, eran todavía niños cuando sucedió todo esto. Aun así, tanto los años ochenta como la primera parte de la década de los noventa, son los antecedentes y símbolos inmediatos que tiene la generación doble cero o milenio(1).
La actual generación, creció viendo las distintas modificaciones que el final del siglo XX trajo consigo. Los cambios provocaron que las distintas ideologías que existían por esa época se comenzaran a modificar de manera sustancial, muchas de ellas, como es el caso del comunismo y el socialismo, entraron en crisis. Así mismo, la democracia occidental, caracterizada por ser representativa, y la economía capitalista, caracterizada por el libre mercado, comenzaron a cimentar su hegemonía hasta lograr crear una estructura económica que, hasta este momento, sigue reinando en todo el mundo, sea occidental o no. La democracia, por su parte, no ha logrado reinar en todo el mundo, ha existido una expansión por todo el orbe pero muchos lugares, en especial los países musulmanes, africanos y algunos lugares de América Latina, siguen careciendo de características mínimas para la democracia o simplemente han optado por otras formas de gobierno que no son nuevas, sino tradicionales.
A finales de la primera mitad de los noventa, la insurrección zapatista anunció el comienzo de una nueva etapa, que contradecía los postulados del fin de las ideologías. En ese mismo lapso, la transición hacia la democracia en México, vivía un proceso de concertacesión y creación de instituciones que permitían acceso a distintos partidos políticos de oposición como a organizaciones no gubernamentales. Podemos señalar, en el caso mexicano, que la aparición del EZLN, y con ello la aparición de los movimientos indigenistas, la crisis económica y la transición hacia la democracia, son los antecedentes noventeros que marcaron a esta generación.
Desde mi óptica, los eventos noventeros quedaron más arraigados en la conciencia de la generación doble cero, que aquellos de los años ochenta pero, los recuerdos ochenteros serán el paraíso perdido que se anhela. Los noventa son, no sólo un encuentro con una realidad que ha dejado de ser maravillosa sino, un encuentro con una realidad que invitaba a sumarse a la lucha democrática o, como otra opción, practicar una forma de vida donde sólo importa uno, como individuo, y lo social es simplemente el contexto que debemos aprovechar para llegar a donde queremos, así se atente contra la misma sociedad.
Generación X y Seattle 1999
Será la ‘Batalla de Seattle’ la que marcará el cambio generacional o la entrega de la estafeta entre la generación X y la generación que actualmente está en las universidades o ya ha comenzado a trabajar. El ‘N-30’, como se conoce el choque entre globalifóbicos y la Organización Mundial de Comercio (OMC), será el comienzo de manifestaciones que se atreven a criticar las normas establecidas por el llamado ‘pensamiento único’(2) y el proceso de globalización que ya había logrado la interconexión financiera mundial, provocando que distintas empresas transnacionales quebraran países enteros, como fue el caso de México en 1995, y que su poder llegara, en muchos aspectos, a ser mayor que el político(3).
Desde la ‘Batalla de Seattle’ el mundo ha dado muchas vueltas, han surgido nuevos problemas y algunos paradigmas han cambiado pero, desde ese momento, soluciones e inclusiones se han buscado para mejorar la época de la globalización.
Lo que queda claro desde Seattle a la fecha, es que los eventos que en ese momento sucedieron ya no sólo pertenecían a personas nacidas en los 60 y 70, sino que ahora, su sector más jóven, los nacidos en los ochenta comenzaban a manifestar sus inconformidades.
Hay algo que queda muy claro a lo largo del último cuarto de siglo XX: el posmodernismo, con todo y su único hijo, Mister Narciso, son una pié de página en la historia pues, muchos de sus postulados no han sido sostenidos por los mismos eventos que han sucedido en la realidad global, no de hoy, sino desde la década de los ochenta.
Desde esos eventos, se han realizado diferentes posturas, paradigmas e interpretaciones sobre nuestra generación, la doble cero o milenio; muchas de ellas, han buscado denostarla y otras le han echado ánimos inservibles e inmerecidos. Si la generación X se caracterizó por su poca participación y apropiación del espacio público político, la generación doble cero se ha caracterizado por retomar ese espacio abandonado pero, la mayoría de las veces, el imaginario colectivo, constructor de las propuestas públicas, ha sido un regreso al pasado para intentar reactivar cuestiones antidemocráticas, en un afán desmedido por tomar el poder o, en el peor de los casos, comercializar la rebeldía.
Oaxaca: la moda de los movimientos y grupos sociales juveniles
Como premisa fundamental, considero que los actuales movimientos sociales, que muchos de ellos no son nuevos sino reload, tienen como base a la generación nacida en los años ochenta. Segundo, que no todos los movimientos sociales o gremiales han buscado introducir mecanismos para mejorar la democracia. Tercero, no todos los grupos sociales pertenecen a la sociedad civil, sino que buscan, de manera desmedida, con los acuerdos que necesiten, sean públicos o privados, tomar el poder para generar un nuevo modelo de gobierno que, en la mayoría de los casos, no tiene caudales democráticos. Cuarto, los jóvenes políticos, al igual que los viejos, carecen de principios democráticos.
Oaxaca desde el 2006 ha visto un resurgir importante de sus jóvenes, la mayoría de ellos sumaron sus convicciones, o las tomaron de esta, a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Desde ese movimiento y con la aparición o reaparición recargada de distintas tribus urbanas se ha utilizado el espacio público para construir propuestas autoritarias y se ha denostado a la democracia, muchas veces calificando la lucha por ella como una utopía y entonces, pregunto, ¿Qué tipo de madres representa luchar por el comunismo, por el poder popular y llenar las aceras de Oaxaca con imágenes de Lenin, Marx, Benito Juárez, Zapata y el ‘che’ Guevara? ¿No son acaso las opciones de una generación ya pasada? ¿Acaso ha sido tan mínimo o nulo el imaginario colectivo para intentar construir nuevos símbolos y discursos que promuevan, desde nuestra realidad, soluciones a los conflictos que actualmente vivimos? ¿Por qué buscar soluciones en remedios, ya encajados y cuadrados, del pasado que han demostrado la totalización del Estado? ¿Qué diferencias existen entre las propuestas de estos grupos ‘rebeldes’ y el gobernador que han intentado tirar, si los dos buscan el poder? No cabe duda, es más fácil construir estados policíacos que instituciones democráticas.
Bien podemos calificar que hoy, en Oaxaca, lo que está de moda es ser rebelde y ser ‘neohippie’, es este reverenciar los símbolos que tomamos prestados de otras generaciones, lo que demuestra que no hemos podido crear los nuestros. Ser rebelde en Oaxaca, ser joven, ya no significa construir ‘un mundo donde quepan todos los mundos’ sino un mundo donde mi anarquía reine sobre todo lo demás y, aquel que se atreva a crear sus reglas debe de morir, por alterar la libertad. Falso, como el juarismo priista y pejista, la libertad debe ser ese lugar donde quepamos todos, ese principio que posibilita la existencia de minorías, de ciudadanos que piensen diferente a nosotros pero, en estos momentos, la libertad en Oaxaca no sólo se encuentra amenazada por el oficialismo cavernícola que nos gobierna, sino por todos aquellos que dicen luchar contra él pero no luchan contra la cultura política que habita en Oaxaca, sino que la aprovechan para legitimar su lucha: se han convertido en un metarrelato alterno.
Bien podemos encontrar una serie de movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales que han decidido promover posibilidades y derechos democráticos, todos ellos han comenzado a enarbolar la despenalización del aborto, abolir la pena de muerte, la eutanasia como derecho y los derechos para la diversidad sexual ¿por qué son democráticos? Porque posibilitan la elección a cualquier persona de s-e-r c-o-m-o q-u-i-e-r-a s-e-r. En su contraparte se encuentran, localizan, aquellos movimientos y organizaciones que niegan esta posibilidad, invitando a que ciertos ‘valores’ vuelvan a reinar en la actualidad, desde esta postura se intenta clausurar la diferencia y que el individuo decida lo que quiere hacer con su vida. En el caso de Oaxaca, la mayoría de los movimientos que encajan en esta clasificación, sólo han servido de membrete para lograr ocupar lugares públicos, en el peor de los casos estos grupos han sido borrados de la esfera pública y no han faltado aquellos que al navegar con esta bandera sólo se han dedicado a denostar a sus adversarios, no con argumentos sino con rabietas de vendedor ambulante quejándose del operativo policíaco cuando es consciente de haber violado una ley.
El sector más grande de Oaxaca, aquel que acapara a los jóvenes, es el de los clásicos movimientos sociales que reivindican las ideas marxistas, los derechos materiales, aquellos que buscan mejoras salariales y mayores beneficios sociales, y que de democráticos no tienen nada en su discurso o en su interior. En frente de ellos se encuentran los viejos movimientos de derecha que intentan realizar ‘el paraíso en la tierra’ y que son la parte más radical y extremista de los grupos que intenta impedir las leyes como la legalización de la marihuana y la despenalización del aborto. Son estos grupos los que pueden defender, sea desde la izquierda o desde la derecha, a personajes como Andrés Manuel López Obrador y Marcial Maciel; por supuesto, ellos ostenta la verdad absoluta.
Hay un nuevo agregado en el espacio público oaxaqueño, que no es único de esta región, este tiene que ver con la reaparición de las tribus urbanas que han encontrado en esta generación un bastión dispuesto a diferenciarse por, por fin, tener identidad. Los ‘emos’ se pusieron de moda hace unos cuantos meses, caracterizados por su apatía social, estos resultaron ser más una forma de vestir, como la mayoría de las tribus urbanas que recorren nuestra ciudad, que un verdadero estilo de vida.
La moda de esta generación a grandes rasgos, y sabiendo que se necesita un estudio más profundo, evade cualquier responsabilidad que implique un lucha siempre constante, como la democracia. Evade cualquier responsabilidad que le implique crear instituciones que por fin reconozcan la diferencia y si acepta esos berrinches públicos que no invitan a un cambio de sistema, sólo de jinete, de mandamás.
Más que buscar un Oaxaca donde quepan todos los Oaxacas que somos, esta generación, a la cual pertenezco, busca crear un modelo en la cual sea la mandamás para desquitarse de todos aquellos que la han denostado pero, en el fondo, la educación autoritaria se consolidó, esta generación lo confirma: por medio de la violencia intenta crear un Oaxaca mejor, un destruir para construir ¿donde se ha escuchado eso? Así, lo dijo Ernesto ‘el che’ Guevara, ese que nunca dejó de luchar. De algo estoy seguro, la democracia es una antimoda en el subconsciente del oaxaqueño resignado.
—-
1. Entiendo como generación milenio o doble cero a todos aquellos que nacieron durante la década de los ochenta.
2. Como pensamiento único podemos entender los postulados surgidos después de la caída del muro de Berlín y el bloque soviético.
3. Las consecuencias del modelo económico y financiero que ha imperado hasta estos días ha sido, con sus pros y contras, el que ha provocado la actual crisis financiera y económica mundial.