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Oaxaca, la democracia como antimoda: César Mendoza

19 agosto 2009

Portada. Ágora

Portada. Ágora

El falso Narciso del siglo XX

La posmodernidad, el fin de las ideologías, la caída del muro de Berlín, el fin del mundo bipolar, etc, son eventos que la generación actual no presenció o, al menos, eran todavía niños cuando sucedió todo esto. Aun así, tanto los años ochenta como la primera parte de la década de los noventa, son los antecedentes y símbolos inmediatos que tiene la generación doble cero o milenio(1).

La actual generación, creció viendo las distintas modificaciones que el final del siglo XX trajo consigo. Los cambios provocaron que las distintas ideologías que existían por esa época se comenzaran a modificar de manera sustancial, muchas de ellas, como es el caso del comunismo y el socialismo, entraron en crisis. Así mismo, la democracia occidental, caracterizada por ser representativa, y la economía capitalista, caracterizada por el libre mercado, comenzaron a cimentar su hegemonía hasta lograr crear una estructura económica que, hasta este momento, sigue reinando en todo el mundo, sea occidental o no. La democracia, por su parte, no ha logrado reinar en todo el mundo, ha existido una expansión por todo el orbe pero muchos lugares, en especial los países musulmanes, africanos y algunos lugares de América Latina, siguen careciendo de características mínimas para la democracia o simplemente han optado por otras formas de gobierno que no son nuevas, sino tradicionales.

A finales de la primera mitad de los noventa, la insurrección zapatista anunció el comienzo de una nueva etapa, que contradecía los postulados del fin de las ideologías. En ese mismo lapso, la transición hacia la democracia en México, vivía un proceso de concertacesión y creación de instituciones que permitían acceso a distintos partidos políticos de oposición como a organizaciones no gubernamentales. Podemos señalar, en el caso mexicano, que la aparición del EZLN, y con ello la aparición de los movimientos indigenistas, la crisis económica y la transición hacia la democracia, son los antecedentes noventeros que marcaron a esta generación.

Desde mi óptica, los eventos noventeros quedaron más arraigados en la conciencia de la generación doble cero, que aquellos de los años ochenta pero, los recuerdos ochenteros serán el paraíso perdido que se anhela. Los noventa son, no sólo un encuentro con una realidad que ha dejado de ser maravillosa sino, un encuentro con una realidad que invitaba a sumarse a la lucha democrática o, como otra opción, practicar una forma de vida donde sólo importa uno, como individuo, y lo social es simplemente el contexto que debemos aprovechar para llegar a donde queremos, así se atente contra la misma sociedad.

Generación X y Seattle 1999

Será la ‘Batalla de Seattle’ la que marcará el cambio generacional o la entrega de la estafeta entre la generación X y la generación que actualmente está en las universidades o ya ha comenzado a trabajar. El ‘N-30’, como se conoce el choque entre globalifóbicos y la Organización Mundial de Comercio (OMC), será el comienzo de manifestaciones que se atreven a criticar las normas establecidas por el llamado ‘pensamiento único’(2) y el proceso de globalización que ya había logrado la interconexión financiera mundial, provocando que distintas empresas transnacionales quebraran países enteros, como fue el caso de México en 1995, y que su poder llegara, en muchos aspectos, a ser mayor que el político(3).

Desde la ‘Batalla de Seattle’ el mundo ha dado muchas vueltas, han surgido nuevos problemas y algunos paradigmas han cambiado pero, desde ese momento, soluciones e inclusiones se han buscado para mejorar la época de la globalización.

Lo que queda claro desde Seattle a la fecha, es que los eventos que en ese momento sucedieron ya no sólo pertenecían a personas nacidas en los 60 y 70, sino que ahora, su sector más jóven, los nacidos en los ochenta comenzaban a manifestar sus inconformidades.

Hay algo que queda muy claro a lo largo del último cuarto de siglo XX: el posmodernismo, con todo y su único hijo, Mister Narciso, son una pié de página en la historia pues, muchos de sus postulados no han sido sostenidos por los mismos eventos que han sucedido en la realidad global, no de hoy, sino desde la década de los ochenta.

Desde esos eventos, se han realizado diferentes posturas, paradigmas e interpretaciones sobre nuestra generación, la doble cero o milenio; muchas de ellas, han buscado denostarla y otras le han echado ánimos inservibles e inmerecidos. Si la generación X se caracterizó por su poca participación y apropiación del espacio público político, la generación doble cero se ha caracterizado por retomar ese espacio abandonado pero, la mayoría de las veces, el imaginario colectivo, constructor de las propuestas públicas, ha sido un regreso al pasado para intentar reactivar cuestiones antidemocráticas, en un afán desmedido por tomar el poder o, en el peor de los casos, comercializar la rebeldía.

Oaxaca: la moda de los movimientos y grupos sociales juveniles

Como premisa fundamental, considero que los actuales movimientos sociales, que muchos de ellos no son nuevos sino reload, tienen como base a la generación nacida en los años ochenta. Segundo, que no todos los movimientos sociales o gremiales han buscado introducir mecanismos para mejorar la democracia. Tercero, no todos los grupos sociales pertenecen a la sociedad civil, sino que buscan, de manera desmedida, con los acuerdos que necesiten, sean públicos o privados, tomar el poder para generar un nuevo modelo de gobierno que, en la mayoría de los casos, no tiene caudales democráticos. Cuarto, los jóvenes políticos, al igual que los viejos, carecen de principios democráticos.

Oaxaca desde el 2006 ha visto un resurgir importante de sus jóvenes, la mayoría de ellos sumaron sus convicciones, o las tomaron de esta, a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Desde ese movimiento y con la aparición o reaparición recargada de distintas tribus urbanas se ha utilizado el espacio público para construir propuestas autoritarias y se ha denostado a la democracia, muchas veces calificando la lucha por ella como una utopía y entonces, pregunto, ¿Qué tipo de madres representa luchar por el comunismo, por el poder popular y llenar las aceras de Oaxaca con imágenes de Lenin, Marx, Benito Juárez, Zapata y el ‘che’ Guevara? ¿No son acaso las opciones de una generación ya pasada? ¿Acaso ha sido tan mínimo o nulo el imaginario colectivo para intentar construir nuevos símbolos y discursos que promuevan, desde nuestra realidad, soluciones a los conflictos que actualmente vivimos? ¿Por qué buscar soluciones en remedios, ya encajados y cuadrados, del pasado que han demostrado la totalización del Estado? ¿Qué diferencias existen entre las propuestas de estos grupos ‘rebeldes’ y el gobernador que han intentado tirar, si los dos buscan el poder? No cabe duda, es más fácil construir estados policíacos que instituciones democráticas.

Bien podemos calificar que hoy, en Oaxaca, lo que está de moda es ser rebelde y ser ‘neohippie’, es este reverenciar los símbolos que tomamos prestados de otras generaciones, lo que demuestra que no hemos podido crear los nuestros. Ser rebelde en Oaxaca, ser joven, ya no significa construir ‘un mundo donde quepan todos los mundos’ sino un mundo donde mi anarquía reine sobre todo lo demás y, aquel que se atreva a crear sus reglas debe de morir, por alterar la libertad. Falso, como el juarismo priista y pejista, la libertad debe ser ese lugar donde quepamos todos, ese principio que posibilita la existencia de minorías, de ciudadanos que piensen diferente a nosotros pero, en estos momentos, la libertad en Oaxaca no sólo se encuentra amenazada por el oficialismo cavernícola que nos gobierna, sino por todos aquellos que dicen luchar contra él pero no luchan contra la cultura política que habita en Oaxaca, sino que la aprovechan para legitimar su lucha: se han convertido en un metarrelato alterno.

Bien podemos encontrar una serie de movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales que han decidido promover posibilidades y derechos democráticos, todos ellos han comenzado a enarbolar la despenalización del aborto, abolir la pena de muerte, la eutanasia como derecho y los derechos para la diversidad sexual ¿por qué son democráticos? Porque posibilitan la elección a cualquier persona de s-e-r c-o-m-o q-u-i-e-r-a s-e-r. En su contraparte se encuentran, localizan, aquellos movimientos y organizaciones que niegan esta posibilidad, invitando a que ciertos ‘valores’ vuelvan a reinar en la actualidad, desde esta postura se intenta clausurar la diferencia y que el individuo decida lo que quiere hacer con su vida. En el caso de Oaxaca, la mayoría de los movimientos que encajan en esta clasificación, sólo han servido de membrete para lograr ocupar lugares públicos, en el peor de los casos estos grupos han sido borrados de la esfera pública y no han faltado aquellos que al navegar con esta bandera sólo se han dedicado a denostar a sus adversarios, no con argumentos sino con rabietas de vendedor ambulante quejándose del operativo policíaco cuando es consciente de haber violado una ley.

El sector más grande de Oaxaca, aquel que acapara a los jóvenes, es el de los clásicos movimientos sociales que reivindican las ideas marxistas, los derechos materiales, aquellos que buscan mejoras salariales y mayores beneficios sociales, y que de democráticos no tienen nada en su discurso o en su interior. En frente de ellos se encuentran los viejos movimientos de derecha que intentan realizar ‘el paraíso en la tierra’ y que son la parte más radical y extremista de los grupos que intenta impedir las leyes como la legalización de la marihuana y la despenalización del aborto. Son estos grupos los que pueden defender, sea desde la izquierda o desde la derecha, a personajes como Andrés Manuel López Obrador y Marcial Maciel; por supuesto, ellos ostenta la verdad absoluta.

Hay un nuevo agregado en el espacio público oaxaqueño, que no es único de esta región, este tiene que ver con la reaparición de las tribus urbanas que han encontrado en esta generación un bastión dispuesto a diferenciarse por, por fin, tener identidad. Los ‘emos’ se pusieron de moda hace unos cuantos meses, caracterizados por su apatía social, estos resultaron ser más una forma de vestir, como la mayoría de las tribus urbanas que recorren nuestra ciudad, que un verdadero estilo de vida.

La moda de esta generación a grandes rasgos, y sabiendo que se necesita un estudio más profundo, evade cualquier responsabilidad que implique un lucha siempre constante, como la democracia. Evade cualquier responsabilidad que le implique crear instituciones que por fin reconozcan la diferencia y si acepta esos berrinches públicos que no invitan a un cambio de sistema, sólo de jinete, de mandamás.

Más que buscar un Oaxaca donde quepan todos los Oaxacas que somos, esta generación, a la cual pertenezco, busca crear un modelo en la cual sea la mandamás para desquitarse de todos aquellos que la han denostado pero, en el fondo, la educación autoritaria se consolidó, esta generación lo confirma: por medio de la violencia intenta crear un Oaxaca mejor, un destruir para construir ¿donde se ha escuchado eso? Así, lo dijo Ernesto ‘el che’ Guevara, ese que nunca dejó de luchar. De algo estoy seguro, la democracia es una antimoda en el subconsciente del oaxaqueño resignado.

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1. Entiendo como generación milenio o doble cero a todos aquellos que nacieron durante la década de los ochenta.

2. Como pensamiento único podemos entender los postulados surgidos después de la caída del muro de Berlín y el bloque soviético.

3. Las consecuencias del modelo económico y financiero que ha imperado hasta estos días ha sido, con sus pros y contras, el que ha provocado la actual crisis financiera y económica mundial.

México joven: Francisco Díaz Reyes

19 agosto 2009

PUEBLA, Pue.- Vivimos en el México de los jóvenes, hace ya casi tres años hicimos la elección de los jóvenes, y hoy en día somos gobernados por “el gobierno de los jóvenes”, es verdad, México es habitado en su mayoría por una población joven, pero ¿de que nos sirve todo esto?, la respuesta a primeras luces es “de nada”, y permítanme decirlo, pero esta vez, no nos falta experiencia cronológica para poder concluir eso.

La culpa no es de nosotros, no es que no hayamos querido relacionarnos en el entorno de la política, la culpa más bien, es de la política misma, y no de la teórica, esa que tampoco en su propia teoría funciona, la completa culpa es de la política práctica, esa que a los jóvenes nos desalienta a participar y nos da asco, nos tiene hartos y nos resulta enfermizo hablar de ella.

Los jóvenes estamos en nuestro completo derecho de querer participar en la política, pero no es fácil cuando las puertas del parque jurásico son cerradas por sus habitantes; se hace más difícil cuando hay que ponerse una camiseta de un color, un color con el que no se comparten el total de las ideas pero con el cual la relación se basa en un “ni contigo, ni sin ti”.

Surge un panorama desalentador cuando se habla de la juventud en nuestro país, si ahora, que habitamos el país de los jóvenes, no nos dan las oportunidades que necesitamos y que pedimos a gritos ¿Qué haremos cuando nuestros dinosaurios se extingan, y nosotros hayamos dejado de ser jóvenes? La respuesta es simple, harán política tipos no tan jóvenes, y con la más mínima experiencia, consecuencia pues, de no haber tenido tiempo de aprender mientras debimos.

La solución es sencilla, pero inviable completamente, lo único que tendría la capacidad de sacar a flote nuestra joven embarcación, es la cultura, la cultura por parte de los políticos, que ayuden, que instruyan y aconsejen a los nuevos perfiles de políticos, México ya no quiere politólogos que no hagan política, México necesita politólogos desarrollados en su campo.

Así pues, y para concluir, sirva la presente, en primer plano, para exhortar a nuestros políticos a hacer una apertura respecto a las ideas jóvenes, abrirse más y sin condiciones (ni recomendaciones, ni compadrazgos, ni dedazos, ni influyentismo), a los jóvenes que están deseosos de hacer política, quedan pocos señores, se extinguen más rápido los jóvenes interesados en la política que los dinosaurios que ya la llevan. En segundo plano, agradezco la oportunidad brindada para participar en este medio, y me quedo abierto a sugerencias o comentarios.

La elección de los jóvenes: Gonzalo Flores Castellanos

19 agosto 2009

VERACRUZ, Ver.- Las elecciones federales que se avecinan en julio de este año, darán mucho de qué hablar en cuanto a la medición de las opiniones y de encuestas que tengan como objetivo el sector de los jóvenes.
En primer lugar, porque al dar más de un mes de precampañas, el órgano electoral anticipaba una mayor activación de los procesos internos de los partidos políticos, lo que conocemos como el fortalecimiento de la “democracia interna de los partidos” a través de los procedentes esquemas de elección o definición de precandidatos y candidatos a puestos de elección popular con el respaldo de los militantes y simpatizantes de dichos  partidos. Eso no sucedió.
En segundo lugar, porque el plazo de finalización de las precampañas fue el 11 de marzo y la mayoría de los distritos electorales ya cuenta con  candidatos definidos, en algunos lugares por acuerdos de unidad, (PRI); en otros por designación de la dirigencia nacional, (PAN). Esto provoca que los espacios en medios de comunicación, sobretodo radio y televisión en lugar de ser ocupados por los precandidatos para hacer llegar sus propuestas a los militantes, como ya están definidos con fecha anterior al fin de las precampañas, sean apañados por los partidos políticos, como instituciones no lanzando la imagen de una persona (candidato).
Y ¿dónde están los jóvenes? ante estos fenómenos políticos, los jóvenes en su mayoría aparecen desinteresados o despreocupados por la vida de la res pública de México, pero no es un aspecto aislado para nuestra nación, a nivel global el relativismo y el nihilismo, sumado a la vida vista como puro consumo, o a la filosofía del “tener más, para vivir mejor = ser feliz” ha llevado a que las históricas participaciones juveniles de los años sesenta y setenta fueran suprimidas por un cómodo estándar de vida.
Quizá los jóvenes serían tomados más en cuenta, por las Instituciones del Estado, si hicieran realmente valer su condición de actores sociales con peso, por ser los próximos mexicanos que tendrán que lidiar con la problemática subsecuente.
Hoy en día, los jóvenes son los primeros consumidores de la televisión y de los medios informáticos, resulta desalentadora la falta de propuestas juveniles, tanto de los partidos políticos como propias manifestaciones. Es predecible que el nivel de participación de jóvenes en la próxima contienda será muy bajo. Si de por sí, esperamos niveles de votación del entre 38 y 43% del padrón electoral (cálculo optimista) y los jóvenes no  representan más de un 9% en esa muestra, entonces habrá que hacer algo extraordinario para estimular el voto juvenil.
México necesita de los jóvenes comprometidos con su país, el problema es que muchos de estos se sienten abandonados por México. Que esto no sea permanente. Al tiempo.

¿Y los jóvenes?: Liliana María Cano

19 agosto 2009

Canadá.- Después de esperar casi 144 horas para dormir un poco más de lo común, ha llegado al fin el plazo, me levanto, casi son las 10 de la mañana y sin pensar me dirijo a la ventana: ¡magnífico! estamos sepultados de nieve otra vez, que irónico, a un par de horas, de saber que en Oaxaca hace un calor que cualquiera se derrite y aquí en Canadá estamos atravesando ya, por un poco más de la mitad del invierno, la buena noticia es que solo faltan 2 meses más de invierno y listo, que comience el verano. Para mí, este es mi tercer invierno, comienzo a acoplarme a pasar casi seis meses disfrazada por debajo de una chamarra, una ropa térmica, guantes, bufanda y un gorro, ¡magnífico!. Seis meses en disfraz, algunas veces con los pies helados y otros tantos con la manos congeladas ya que con estas temperaturas de -10,-15, o de -30 cualquiera prefiere la playa. Mi estadía en esta pequeña isla ha sido magnifica, llena de aprendizaje, conocimiento, abundancia; dos años en los que mis ojos zapotecas se llenan de reminiscencias, el transcurso de este viaje que emprendí ha resultado gratificante, el poder observar la forma en cómo funciona otra sociedad ajena a mí, es sin duda alguna enriquecedor, por citar algún ejemplo:

Podemos decir que la isla (en la que me encuentro viviendo) está dividida en 14 sectores diferentes y cada sector tiene su periódico local, este se publica sólo los miércoles y a través de este medio se difunden los eventos más relevantes en el sector; en alguna ocasión, uno de los anuncios me llamó la atención y es que convocaba a una asamblea a todos los habitantes que vivían en los alrededores de la calle ‘Bellechase’, el motivo de la reunión era dar a conocer el proyecto de renovación del parque y de la calle, para esto el gobierno local necesitaba conocer la opinión de los habitantes, si se encontraban de acuerdo con tal proyecto o no, y es así que a lo largo de casi dos años cada miércoles se publican asambleas públicas para dar a conocer nuevos proyectos, al seguir investigando más acerca de estas afamadas asambleas, pude indagar que la participación ciudadana es constante e innegable, que en su mayoría los ciudadanos se encuentran comprometidos con los proyectos que se realizan a su alrededor y su opinión hasta cierto grado vale en esta “comunidad democrática”, ya que los ciudadanos pueden enviar una carta a cualquier persona de cierto cargo público y sin duda, obtendrán respuesta alguna, en ese momento el valor ciudadano tiene un verdadero valor, que en México también se ha devaluado como la moneda, pero bueno, continuemos, ¿quiénes son esas personas que participan en las asambleas?, ¿cuál es el rango de edad promedio de tales?

Efectivamente, son personas que oscilan entre los 35 a los 45 años, personas que cuentan con cierta estabilidad económica y que se encuentran viviendo en un entorno familiar, personas que se preocupan por el ambiente en el que sus hijos se van a desenvolver y que desean lo mejor para ellos.

Pero ¿dónde está la implicación de los jóvenes y su participación ciudadana? lo único notable es que la participación de los jóvenes en la vida política del sector es nula, pues se encuentran sumergidos en su vida cotidiana sin importar el entorno y que los pocos jóvenes que tienen un activismo político son jóvenes que participan de manera indirecta; es decir, la mayor parte de los jóvenes expresan sus ideas y formas de absorción de la vida convirtiéndolas en expresiones culturales, esta es la manera que los jóvenes han encontrado de expresarse libremente.

No olvidemos que en la población de Quebec el 65% son personas adultas, el resto son jóvenes y niños. Para el año 2015 las empresas sufrirán de una pérdida de empleados enorme, ya que muchas de las personas que ahora laboran se encuentran a unos pasos de tomar su retiro y entonces quedarán un gran número de plazas vacantes, volviendo al tema, lo que está claro, por lo menos aquí en el Quartiere de Rosemont-La Petite Patrie, es la inexistencia de jóvenes interesados en participar en la vida política, por lo menos del Quartiere y mucho menos el interés de participar en la vida política del estado, así que tendremos que esperar a un más a los nuevos jóvenes que vengan con la actitud y el deseo de implicarse en el aparato de gobierno y mientras eso ocurre, el mundo comienza a vivir los cambios causados por calentamiento global y las políticas nulas acerca del tema.

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Egresada de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, actualmente radica en el Canadá francés.

La generación perdida: Rodrigo Sandoval Araujo

19 agosto 2009

Una de las características de la segunda mitad del siglo XX fue la participación activa de los jóvenes en los procesos políticos más importantes del planeta. Acabaron con la guerra de Vietnam, apoyaron al Estado de Bienestar en Europa, tumbaron el régimen comunista, fueron fundamentales en el derrocamiento de las dictaduras en América Latina y en los procesos independentistas en África. Sin embargo, en las últimas dos décadas parece que los jóvenes hemos preferido mantenernos al margen.

En América del Sur, los jóvenes fueron fundamentales para hacer caer a la dictadura brasileña, a través del llamado de los universitarios a las “Diretas Ja” y después los mismos que apoyaron la democracia en el gigante latinoamericano tumbaron al presidente Fernando Collor de Mello por corrupto. En Argentina, aunque no de manera directa, fueron protagonistas de la vuelta a la democracia y en los varios disturbios sociales que se dieron en el seno de las crisis económicas desde entonces.

En el resto de América han tenido un papel, como decimos en Colombia, café con leche. Es decir han tenido un papel secundario en la sociedad y han sido importantes en algunas reivindicaciones pasajeras. En Chile hicieron protestas contra el sistema educativo, en Ecuador y Bolivia se han dejado opacar por el fuerte movimiento indígena. En Colombia y Perú, tal vez por culpa de los actores armados son pocos los jóvenes que se atreven a salir a la calle y pelear por los derechos de los ciudadanos. En Venezuela los estudiantes de la Universidad Central lograron que no pasara el referendo de 2007, pero su rol en la oposición se desdibujó este año.

Eso no quiere decir que no participemos en política. En Colombia cada vez son más los “niños” que se van al ruedo de las elecciones y logran atraer al apático elector menor de 30 años. Así fue como llegaron al Congreso de la República personajes como Gina Parody, Simón Gaviria y David Luna. También así fue como incursionaron en la política otros personajes con más recorrido como Ingrid Betancourt o Antanas Mockus. La primera, reconocida por sus críticas al gobierno del ex presidente Ernesto Samper, el segundo un excéntrico ex alcalde de Bogotá.

Los jóvenes también fuimos la pieza clave en las demostraciones civiles en contra de los grupos al margen de la ley, tanto la guerrilla como los paramilitares, en los primeros meses del año pasado. Tristemente esas manifestaciones sucumbieron a la realidad de las noticias que inundan los televisores y periódicos todos los días. Increíblemente no hemos sido protagonistas de críticas al gobierno por crímenes como los asesinatos extrajudiciales que se han cometido contra jóvenes pobres y que luego aparecen en listados de muertos en combate o sin registros en las morgues. Tampoco lanzamos gritos de defensa a favor de la libertad de los secuestrados por razones económicas y no nos interesa que el Congreso se libre de aquellos que llegaron a sus curules con el apoyo de delincuentes.

Según Jorge Cardona, editor general del Diario El Espectador, hemos sido la generación perdida. Nada en la política nos mueve. Nada nos hace abandonar nuestra zona de comodidad para ir a luchar por los derechos y los deberes ciudadanos. Hemos perdido el tiempo frente al computador, hemos disfrutado de la ciclovía, hemos jugado en los parques, hemos disfrutado de algo que no conocimos

en nuestra infancia, la seguridad. Seguimos siendo apáticos.

El problema es mayor cuando sabemos que nosotros crecimos con inseguridad: hablar, gritar, luchar eran imposibles morales, no podíamos confiar en nadie, el vecino podía ser de un lado o del otro, podíamos aparecer muertos, terminar secuestrados. Hoy las cosas son diferentes, pero los que vienen atrás se acostumbraron a callar. No en vano, Colombia ocupa los primeros lugares de derechización de la sociedad según el Latinobarómetro, nadie quiere hacer el cambio.

El problema es que esta situación se puede replicar en México, en Perú, en Venezuela, donde la población civil está sufriendo las consecuencias de una violencia fraticida entre el Estado y los grupos criminales, dispuestos a llevarse por la borda a todo aquel que se ponga en su camino. A nosotros ya nos pasó, miles fueron asesinados, los líderes de la juventud cayeron por las balas de unos pocos. Ahora el modelo se externaliza y nosotros vemos con tristeza cómo los gobiernos que nunca se interesaron en ayudarnos y que nos veían como los parias de la región, ahora sufren las consecuencias de una guerra que nuestro país supo librar y que por las condiciones del mercado se movió a otros lugares.

Ahora la pregunta es ¿qué tan capaces seremos los jóvenes, que estamos llegando a la temprana adultez, de incentivar a los que vienen de atrás? que griten lo que a nosotros no nos dejaron decir. La tarea es educativa, es de toda la sociedad y nos toca a todos los países en los que la violencia ha tratado de acabar con las formas disidentes de hablar y pensar.

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Director de la Revista “Fe de erratas”

Los desencantados: Mateo Echeverry

19 agosto 2009

BOGOTÁ, D.C. Colombia.- Somos unos desencantados. Hablo de mi generación, como lo hace esa mítica canción de The Who. Los que de pequeños vimos la caída del muro de Berlín, y no entendimos bien qué era lo que caía. A los que nos vendieron la idea de Fukuyama del “Fin de la Historia”. A los que se les inculcó el time is money y se nos enseñó a desconfiar de las utopías. Los que crecimos con Los Simpsons y con Guardianes de la Bahía. Los que no tuvimos la opción, siquiera, de pensar otra realidad. La única opción que se nos dio fue unirnos o chocar contra una pared. Somos esa reunión heterogénea que por un corto plazo de tiempo seremos denominados jóvenes, expresión vaga y abstracta.

Se nos enseñó que la política está en el Estado y ya no está en las calles, como durante los setentas, que de la mano de movimientos, como el feminista, se declaraba que lo “personal es político”. Para nuestra generación, lo personal es una cuestión de identidad, pero una identidad orientada a incentivar el consumo. La gran parte de la preocupación por la identidad es una estrategia de segmentación de mercados, no seamos tan inocentes.

Cuando no damos las licencias de soñar otro tipo de sociedad se nos recuerdan los excesos de Stalin o Mao. El capitalismo salvaje nos ha colonizado cada palmo de nuestra cabeza y mentes. Entonces, si nos sentimos muy, pero muy rebeldes, podemos ir al mall a comprar una camiseta o una taza de café con la imagen del Che Guevara. Una rebeldía plástica y que reafirma el propio sistema contra el que se levanta.

Nos enseñaron a separar lo político de lo económico, pero eso sí, a equiparar el libre comercio con las libertades del individuo. Que los discursos no empañen el consumo. Las vitrinas de los almacenes gritan: “Borregos, sigan consumiendo”.

Por último, se nos enseña que los jóvenes hacen política, cuando la juventud es una creación de carácter histórico que se puede situar en unas clases dominantes. Las clases obreras no tienen juventud, sólo pasan de la infancia (instancia no productiva) a una instancia productiva. La juventud es un lujo que se mantiene a partir de la no-juventud de otros. Basta citar a Pier Paolo Pasolini cuando, en el mayo francés del 68, les recordaba a los estudiantes que los verdaderos hijos de pueblo eran los policías contra los que tiraban piedras, no ellos.

Pero bueno, no se puede vivir desencantado de por vida. Algo siempre viene a despertar la emoción. Esto creo que se

puede ver en el fenómeno Obama. Indudablemente la alegría del triunfo de Obama estaba mezclada con la inmensa felicidad

de la derrota de McCain, pero se puede decir que el relevo que dio en la Casa Blanca es una señal supremamente alentadora para un mundo que parece caerse a pedazos. Sólo espero, desde el fondo de mi corazón, que Obama salve al mundo, porque mis expectativas no las logro bajar de ahí.

Para cerrar, podemos decir que el punto clave a tratar es, cómo la política nos fue alejando de nuestra esfera personal. La política ocurre en mi vida, en mis relaciones y en mi cuerpo.

Volver a entender “lo personal como político” es un punto clave para entrar en la política. Este enfoque lo están aplicando grupos anti-consumistas como lo son Bonfire of the Brands (http://www.brand-aid.info/site/). Entender el consumo como una acción política es quizás una de las posturas más fuertes que pueden tener. Fuimos obligados a volvernos consumidores, pero a pesar de ello no todo está perdido.

Las pequeñas acciones son las que construyen un verdadero accionar político. Los discursos aguantan y disfrazan todo. En esto creo que radica la diferencia entre la Política y los políticos: la primera, nos encanta y los segundos, no hacen otra cosa que condenarnos al desencanto.

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Estudiante Comunicación Social y Antropología de la Universidad Javeriana de Colombia, sede Bogotá.