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Un congreso Admirable o Renovable: Rodrigo Sandoval Araujo

2 septiembre 2009

BOGOTÁ, D.C. COL.- Los partidos políticos en Colombia están en pleno proceso electoral, definiendo estrategias para las elecciones parlamentarias y presidenciales del año entrante. La discusión de quién debe ocupar la Casa de Nariño (residencia presidencial en Bogotá) está aplazada, todos esperan el referendo que podría darle la posibilidad a Álvaro Uribe para obtener la reelección. La pelea más interesante se va a dar en las curules para el Congreso.

La razón es muy simple, cómo conseguir votos sin tener candidatos involucrados con los paramilitares, la guerrilla, los grupos emergentes y el narcotráfico. En las anteriores elecciones obtuvieron curul más de 60 congresistas que hoy tienen investigaciones o están en la cárcel por los escándalos de la ‘para política’ y la ‘frac-política’. El reto para los partidos es conseguir suficientes candidatos de voto de opinión para promover las listas en las principales ciudades y tener un buen surtido de caciques electorales que ayuden en las regiones y en las zonas rurales.

El tema es muy importante, conseguir al menos 2% de los votos en las elecciones parlamentarias da posibilidad de obtener personería jurídica, recursos estatales por reposición de votos y pelear por una silla en el Consejo Nacional Electoral. Además, ser dueños de la mayoría, garantiza continuar con sus proyectos ideológicos sin importar quien esté ocupando la Presidencia.

Todos saben que una mala lista puede arruinar sus posibilidades de influir en el país y, es posible, tener más posibilidades en la carrera presidencial. Los partidos políticos tradicionales saben que cuentan con los votos históricos, la izquierda tiene una disciplinada base social y los grupos cristianos promueven los votos de la mano de Dios en los altares. Los que tienen la vida complicada son los partidos de centro y los movimientos aliados al gobierno que nacieron hace cuatro años: Cambio Radical, el Partido de la U, Convergencia Ciudadana, Colombia Democrática, Colombia Viva y Alas-Equipo Colombia.

El partido conservador no ha podido decidir si apoya al presidente Álvaro Uribe o no en su proyecto reeleccionista, sus dirigentes están felices porque obtuvieron una enorme votación para elegir a los delegados de su convención nacional y en las elecciones regionales del año pasado. Además, llegan fortalecidos con gran parte de la torta burocrática en sus manos. Los conservadores pueden usara figuras de gran alcance nacional para obtener votos, como es el ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, quien por su parecido con el presidente le dicen Uribitwo, Uribito y Uribe2. En la orilla opuesta de la ideología, pero en la misma situación está el partido liberal. Escoger candidatos para el congreso no será una tarea difícil, pueden seguir con Piedad Córdoba, Cecilia López y Juan Manuel Galán. El ‘trapo rojo’, su famosa insignia, ha estado presente en la vida de los colombianos por mucho tiempo y el partido sobrevivió a la desbandada de candidatos al uribismo.

El Polo Democrático Alternativo, la izquierda, tiene un escenario un poco más difícil, muchos de sus congresistas seguirán aferrados a sus curules porque cuentan con votos disciplinados. Sin embargo, para ellos va a ser complicado atraer nuevos votantes debido a la mala gestión del actual alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, y porque muchos de sus líderes de centro han empezado a ser disidentes y es posible que salgan disparados si el candidato presidencial es Carlos Gaviria. El Mira, partido de los cristianos, tiene el camino asegurado a un par de curules en la Cámara de Representantes y el Senado, además de tener una base impresionante y organizada, se le suma que el concejal de Bogotá ha sido uno de los mayores críticos de la administración Moreno y puede ser un aliciente para los votantes de centro.

Los uribistas necesitan quitarse de encima el yugo de la ‘parapolítica’ que les hizo perder votos de opinión y además puso a muchos de sus congresistas más votados tras las rejas. Cambio Radical debe decidir si va a seguir siendo uribista de primera línea o se va a ir con la candidatura de Germán Vargas a la presidencia; además debe pensar muy bien a la hora de escoger a los candidatos regionales porque la mayoría de los para-políticos eran de su partido. Los de la U deben quitarse la mala imagen que dejó Cambio Radical en los partidos del presidente y tratar de conseguir nuevas figuras urbanas, porque sus mejores cartas de opinión eran Gina Parody y Martha Lucía Ramírez, ambas en el centro del espectro.

Los independientes se arriesgan al mismo panorama del 2006, no tener curules o no tener suficientes votos para estar en el centro de las discusiones nacionales.

Tal como dijo Salud Hernández-Mora en su columna en diario El Tiempo: el ajedrecista de la política es sin lugar a dudas el Presidente Álvaro Uribe. Todos dependen de sus decisiones. Los posibles candidatos presidenciales oficialistas a sucederlo, las alianzas de oposición y la definición de listas para el Senado y la Cámara dependen de él. A él nada parece interesarle seriamente, puede que no se quiera convertir en ex presidente antes de tiempo, como les sucede a quienes dejaron anteriormente la presidencia y en año electoral no tuvieron mucho qué hacer. Es posible que lo que esté en su mente es perpetuarse en el poder, al mejor estilo de su vecino Hugo Chávez.

La nueva democracia: Rodrigo Sandoval Araujo

27 agosto 2009

Artículo La nueva democracia 33

Una democracia muy Pía: Rodrigo Sandoval Araujo

22 agosto 2009

BOGOTÁ, DC. Col.- Es difícil encontrar un rasgo característico de todas las democracias latinoamericanas diferente a la triste realidad: están atravesadas por la religión católica. Desde el comienzo los liberales de todo el continente querían crear Estados laicos, al puro estilo francés, y los conservadores abogaron por mantener las viejas estructuras españolas en las que la Iglesia Católica jugaba un papel fundamental

La discusión se mantuvo casi sin cambios hasta bien entrado el siglo XX. En algunos países los jesuitas fueron expulsados, con razones más económicas que políticas. Algunas constituciones como la de 1863 en Colombia separaron los poderes civiles y religiosos por completo, sin embargo, ese avance se vio truncado por la Constitución de 1886 que rezaba: Colombia es un país Católico. La verdadera separación vino con la revolución mexicana, que en 1917 dio paso a una organización estatal bastante laica.

Entre 1930 y 1950, cuando en casi todos los países dieron derechos civiles a las mujeres la Iglesia jugó un papel muy importante en contra del derecho al voto o el acceso a la educación femenina. En Colombia, por ejemplo, los liberales estaban en contra del voto femenino porque decían que las mujeres votarían de acuerdo a los requerimientos de los curas; al mismo tiempo, los conservadores no apoyaban el voto para seguir los lineamientos de la Iglesia.

En el proceso de democratización que comenzó en los 80 y se extendió hasta entrada la década de los 90, la Iglesia jugó un papel bastante pobre. Por un lado, su influencia política se vio minada por unas sociedades más liberales y mejor educadas que no estaban interesadas en volver a la política decimonónica. También, es imposible negar el impacto social y cultural de 400 años de adoctrinamiento de los ciudadanos de las naciones.

Así, las nuevas constituciones o las reformas constitucionales se pensaron en un marco de protección de derechos y separación total del Estado y la Iglesia. Sin embargo, son pocos los países en los que se ha legalizado el aborto (en la mayoría es una cuestión de pocas excepciones legales), tampoco se han legalizado las uniones civiles entre homosexuales (en Panamá y Costa Rica la sodomía sigue siendo un delito), mucho menos ha tenido lugar un verdadero espacio donde los jerarcas de la Iglesia no intervengan en política o en asuntos sociales de los países.

En el ámbito social la Iglesia sigue jugando un papel preponderante, muchos colegios y universidades de las élites locales siguen siendo propiedad de las comunidades religiosas.En muchos lugares la Iglesia sigue teniendo una gran influencia en asuntos económicos y en desarrollo social. También se ha vuelto popular que los sacerdotes hagan política partidista, aunque muchos curas estaban acostumbrados al proselitismo desde el púlpito. Un ejemplo claro de esto es el obispo y presidente de Paraguay Fernando Lugo. Otras organizaciones ultra católicas han promovido campañas presidenciales como la de José Galat en Colombia

En la segunda mitad del siglo XX también llegaron a América Latina con fuerza los movimientos episcopales que lograron un lugar importante en la sociedad, principalmente en grupos indígenas, clase media y en las barriadas pobres. Las nuevas congregaciones religiosas se convirtieron en fuerzas políticas influyentes en muchos países. En Colombia el Movimiento ‘Mira’ es una de los partidos más importantes del país, sus seguidores votan religiosamente por las más importantes figuras del partido, entre ellas la polémica senadora Alexandra Moreno Piraquive y el popular concejal de Bogotá, Carlos Baena.

El problema con los religiosos que juegan a la política es que ellos se sienten con una ‘conexión’ directa con Dios. Mejor dicho, para ellos la palabra revelada está en la Biblia y muchos creen que todo lo que dice la palabra divina debe ser usada al pie de la letra a la hora de crear legislaciones o manejar los dineros del Estado. Es por eso que en muchos países sigue siendo ilegal practicar interrupciones voluntarias del embarazo, las políticas LGBT(Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans) son inexistentes y las oficinas estatales están dotadas de una importante cantidad de cruces, relicarios e imágenes de santos.

La generación perdida: Rodrigo Sandoval Araujo

19 agosto 2009

Una de las características de la segunda mitad del siglo XX fue la participación activa de los jóvenes en los procesos políticos más importantes del planeta. Acabaron con la guerra de Vietnam, apoyaron al Estado de Bienestar en Europa, tumbaron el régimen comunista, fueron fundamentales en el derrocamiento de las dictaduras en América Latina y en los procesos independentistas en África. Sin embargo, en las últimas dos décadas parece que los jóvenes hemos preferido mantenernos al margen.

En América del Sur, los jóvenes fueron fundamentales para hacer caer a la dictadura brasileña, a través del llamado de los universitarios a las “Diretas Ja” y después los mismos que apoyaron la democracia en el gigante latinoamericano tumbaron al presidente Fernando Collor de Mello por corrupto. En Argentina, aunque no de manera directa, fueron protagonistas de la vuelta a la democracia y en los varios disturbios sociales que se dieron en el seno de las crisis económicas desde entonces.

En el resto de América han tenido un papel, como decimos en Colombia, café con leche. Es decir han tenido un papel secundario en la sociedad y han sido importantes en algunas reivindicaciones pasajeras. En Chile hicieron protestas contra el sistema educativo, en Ecuador y Bolivia se han dejado opacar por el fuerte movimiento indígena. En Colombia y Perú, tal vez por culpa de los actores armados son pocos los jóvenes que se atreven a salir a la calle y pelear por los derechos de los ciudadanos. En Venezuela los estudiantes de la Universidad Central lograron que no pasara el referendo de 2007, pero su rol en la oposición se desdibujó este año.

Eso no quiere decir que no participemos en política. En Colombia cada vez son más los “niños” que se van al ruedo de las elecciones y logran atraer al apático elector menor de 30 años. Así fue como llegaron al Congreso de la República personajes como Gina Parody, Simón Gaviria y David Luna. También así fue como incursionaron en la política otros personajes con más recorrido como Ingrid Betancourt o Antanas Mockus. La primera, reconocida por sus críticas al gobierno del ex presidente Ernesto Samper, el segundo un excéntrico ex alcalde de Bogotá.

Los jóvenes también fuimos la pieza clave en las demostraciones civiles en contra de los grupos al margen de la ley, tanto la guerrilla como los paramilitares, en los primeros meses del año pasado. Tristemente esas manifestaciones sucumbieron a la realidad de las noticias que inundan los televisores y periódicos todos los días. Increíblemente no hemos sido protagonistas de críticas al gobierno por crímenes como los asesinatos extrajudiciales que se han cometido contra jóvenes pobres y que luego aparecen en listados de muertos en combate o sin registros en las morgues. Tampoco lanzamos gritos de defensa a favor de la libertad de los secuestrados por razones económicas y no nos interesa que el Congreso se libre de aquellos que llegaron a sus curules con el apoyo de delincuentes.

Según Jorge Cardona, editor general del Diario El Espectador, hemos sido la generación perdida. Nada en la política nos mueve. Nada nos hace abandonar nuestra zona de comodidad para ir a luchar por los derechos y los deberes ciudadanos. Hemos perdido el tiempo frente al computador, hemos disfrutado de la ciclovía, hemos jugado en los parques, hemos disfrutado de algo que no conocimos

en nuestra infancia, la seguridad. Seguimos siendo apáticos.

El problema es mayor cuando sabemos que nosotros crecimos con inseguridad: hablar, gritar, luchar eran imposibles morales, no podíamos confiar en nadie, el vecino podía ser de un lado o del otro, podíamos aparecer muertos, terminar secuestrados. Hoy las cosas son diferentes, pero los que vienen atrás se acostumbraron a callar. No en vano, Colombia ocupa los primeros lugares de derechización de la sociedad según el Latinobarómetro, nadie quiere hacer el cambio.

El problema es que esta situación se puede replicar en México, en Perú, en Venezuela, donde la población civil está sufriendo las consecuencias de una violencia fraticida entre el Estado y los grupos criminales, dispuestos a llevarse por la borda a todo aquel que se ponga en su camino. A nosotros ya nos pasó, miles fueron asesinados, los líderes de la juventud cayeron por las balas de unos pocos. Ahora el modelo se externaliza y nosotros vemos con tristeza cómo los gobiernos que nunca se interesaron en ayudarnos y que nos veían como los parias de la región, ahora sufren las consecuencias de una guerra que nuestro país supo librar y que por las condiciones del mercado se movió a otros lugares.

Ahora la pregunta es ¿qué tan capaces seremos los jóvenes, que estamos llegando a la temprana adultez, de incentivar a los que vienen de atrás? que griten lo que a nosotros no nos dejaron decir. La tarea es educativa, es de toda la sociedad y nos toca a todos los países en los que la violencia ha tratado de acabar con las formas disidentes de hablar y pensar.

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Director de la Revista “Fe de erratas”

De elecciones y el sistema electoral colombiano: Rodrigo Sandoval Araujo

14 agosto 2009

Sistema electoral colombiano

Sistema electoral colombiano

Bogota, D.C., Col.-Uno de los asuntos de orgullo nacional en Colombia es que la democracia nacional ha sobrevivido a los embates del narcotráfico, las guerrillas, los  aramilitares y las estructuras corruptas. Desde el fin de la dictadura las elecciones han sido relativamente limpias y en pocas ocasiones han tenido lugar protestas o problemas por los resultados electorales.

Eso no es tan cierto, en la práctica las elecciones para los periodos presidenciales entre 1958 y 1974 estaban decididas por el plebiscito que estableció el Frente Nacional y repartió el poder entre los dos partidos tradicionales (liberal y conservador) de manera equitativa por 16 años.

En las elecciones de 1970, que cerraban al Frente Nacional con un gobierno conservador, se enfrentaron en las urnas Misael Pastrana Borrero y el ex dictador Gustavo Rojas Pinilla. El militar se fue a dormir siendo presidente y se despertó con la noticia de que a última hora había perdido la elección. Ese incidente desenvocó en una impresionante manifestación pública que terminó en la creación del Movimiento 19 de abril, la famosa guerrilla urbana del M-19.

Después del gobierno de Pastrana, las elecciones fueron bastante limpias, y el traspaso de poder no fue tarea complicada. En 1986 cuando se aprobó la elección popular de alcaldes, miles de gobiernos locales quedaron en manos de los movimientos políticos de oposición y de la recién creada Unión Patriótica UP, el brazo político de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC.

Las elecciones de 1990 fueron las más sangrientas del país, el cartel de Medellín ordenó asesinar a todos los candidatos presidenciales y lograron su objetivo en casi la totalidad de los casos. Murieron Carlos Pizarro del M-19, Bernardo Jaramillo y Jaime Pardo Leal de la UP, Luis Carlos Galán del Partido Liberal y se salvaron de atentados Ernesto Samper, precandidato liberal, y César Gaviria quien reemplazó a Galán en la candidatura liberal y resultó elegido presidente.

En 1994 Ernesto Samper Pizano fue elegido presidente y días después se dio a conocer que su campaña había recibido dinero del narcotráfico para financiar sus gastos. En 2002 las elecciones estuvieron cooptadas por las fuerzas paramilitares en muchos lugares de Colombia, tanto, que el jefe máximo de las Autodefensas de Colombia, Carlos Castaño, aseguró que era dueño del 35% del Congreso. En 2006 se presentó el mismo escenario dantesco y hoy, más de 60 congresistas están en la cárcel o con los pies a la espera de llegar allá.

Lo curioso es que los problemas electorales de Colombia no surgieron en el estamento burocrático. Con excepción de la elección de Pastrana en 1970, Colombia no ha tenido una elección que se considere fraudulenta. Esto ‘gracias’ al sistema electoral colombiano que tiene un cuerpo bicéfalo que se encarga de inscribir partidos y candidatos, a la vez que maneja el censo electoral y la organización de los comicios.

La primera cabeza es el Consejo Nacional Electoral CNE, compuesto por miembros de los partidos y movimientos políticos con personalidad jurídica. Esto quiere decir, que todo partido o movimiento que obtenga más del 2% de los votos en las elecciones al Congreso de la República puede elegir a un miembro, en una elección que se hace al interior del mismo Congreso. La ley establece que la repartición de sus nueve miembros se debe hacer de acuerdo al número de curules obtenidas por los partidos y que los partidos pueden hacer coaliciones para obtener más consejeros.

El CNE es de vital importancia para los partidos pues allí se deciden temas como las credenciales de elección, está encargado del escrutinio y conteo de votos, resolver las demandas por violación a las leyes electorales y cumplimiento de temas como los topes de financiamiento.

La segunda cabeza del organismo es la Registraduría Nacional del Estado Civil, un órgano que organiza las elecciones y además está encargado de entregar los documentos que certifican el registro civil y ciudadano de los colombianos. Además la Registraduría está encargada de llamar a cesiones al CNE. Asimismo el CNE es el encargado de nombrar al Registrador Nacional, que dura en el cargo cinco años.

Aunque la Registraduría y el CNE son organismos bastante independientes no pueden cancelar la inscripción de un candidato que tiene inhabilidades para ser elegido en el cargo al que aspira. Tampoco pueden anular la elección de un candidato ni tienen poderes de sanción real contra los partidos.

Un presidente, un país: Rodrigo Sandoval Araujo

13 agosto 2009

Una imagen irreal.

Una imagen irreal.

BOGOTÁ, D.C. Colombia.- Hace diez años los venezolanos estaban frente a una inusual baraja de candidatos. En el tarjetón presidencial estaban una ex reina de belleza -que había ganado una de las coronas de Miss Universo de ese país y un ex militar golpista -que prometía entregar el dinero del petróleo en manos de todos, como se hacía antes de la crisis de finales de los 80 y -comienzos de los 90-.

Hugo Chávez llegó a la presidencia después de protagonizar un golpe de Estado fallido contra el presidente Carlos Andrés Pérez, en 1992. En 1999, su plan de gobierno incluía crear una nueva Constitución y mejorar las condiciones de vida de los más pobres. En ese momento los precios del barril del petróleo estaban muy bajos y pocos creían que iba a lograr su cometido. Sin embargo, Chávez se convirti ó en un personaje particular porque su figura encarnaba una nueva y más virulenta versión del presidente cubano Fidel Castro. Se volvieron famosos sus discursos que duraban horas y los ataques en contra del ‘imperio yanqui’ y las transnacionales.

En 2001, la suerte de Chávez cambió de manera radical. Ese año llegó al poder en Estados Unidos el expresidente George Bush, quien se encargó de disparar los precios internacionales del petróleo y fue la fuente de inspiración de cientos de discursos en contra de la políti ca norteamericana. Ese mismo año, también comenzaron las protestas sociales que desembocaron en un golpe en su contra el 12 de abril de 2002.

Después de superar el golpe y una huelga general Chávez, empezó realmente a crear su ‘Socialismo del Siglo XXI’, una ideología para mejorar las condiciones de vida de los más pobres. En los inmensos cinturones de miseria de Caracas y otras ciudades importantes, se instalaron escuelas y hospitales gratuitos (las misiones) con ayuda del gobierno cubano. En el campo se compraron miles de lati fundios y repartieron la ti erra entre miles de asalariados rurales.

El presidente venezolano también se dedicó a explotar lo mejor de Venezuela, las pocas ganas de trabajar de sus habitantes y su increíble dependencia en el petróleo. Las estructuras producti vas del país han desaparecido, hoy Venezuela importa casi todo lo que come y cada vez que hay roces diplomáti cos con Colombia, de donde llegan la mayoría de manufacturas y alimentos, los supermercados sufren un impresionante desabastecimiento.

Chávez también ha uti lizado la democracia para perpetuarse en el poder. Desde que llegó al Palacio de Miraflores ha participado directamente en ocho procesos electorales: tres elecciones y cinco referendos. Esta característica de decisión mayoritaria le ha restado voz a sus opositores, quienes dicen que es un dictador.

El otro campo que le gusta al presidente venezolano es el plano internacional. A parte de insultar a los gobernantes ‘gringos’, Chávez ha apoyado candidatos en las elecciones presidenciales de toda América Lati na, ha peleado con líderes de la región como Ricardo Lagos, Alan García, Oscar Arias, entre otros. También ha donado miles de millones de dólares a los gobernantes que lo apoyan, son famosos sus regalos a Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua.

El problema para Chávez, es que las vacas gordas que representaron estos diez años de gobierno terminaron,y ahora, como ya pasó antes, el petróleo no va a ser la respuesta para todo. Si logra restablecer el aparato productivo tendrá la posibilidad de mantenerse en el poder, sino, verá cómo su gobierno se cae en pedazos, como le pasó, entre otros, a Carlos Pérez Jiménez y a Carlos Andrés Pérez.