Posts Tagged ‘Roberto Sáenz Maldonado’

Para el letargo las dedocracias, remedio Infalible: Roberto Sáenz Maldonado

2 septiembre 2009

CIUDAD JUÁREZ, Chih.- Y este cinco de julio… ¿A las casillas? ¿Realmente vale la pena emitir nuestro voto en estas elecciones de 2009? Hay ciertas cosas que sorprenden, como por ejemplo, la cantidad de información mediática dosificada por la televisión con spots de más de dos minutos. Es increíble cómo en un espacio televisivo de tipo local (para el D.F y el área metropolitana) no mayor a cinco minutos, se bombardee a los ciudadanos con mensajes sobre la transparencia y la importancia del voto para éste próximo mes de julio, es evidente que las instituciones encargadas del arbitraje electoral no saben cómo alentar a la ciudadanía para recuperar su confianza, por lo menos en lo limpio del proceso, a decir verdad el 2006 costó, y seguirá costando caro para las elecciones en México.

Así como las instituciones electorales y los partidos políticos hacen su lucha por conseguir la atención de los votantes, existen movimientos ciudadanos a favor de promover la anulación del voto, de hecho me vine a enterar de uno al salir de un vagón del metro de la ciudad de México: “Anula tu voto”, cuyo sitio en Internet es www.anulatuvoto09.blogspot. Com. Pero realmente ¿Afecta el abstencionismo? algunos consideran que sin votos no hay democracia, inclusive las mismas instituciones electorales masifican el mensaje de “con tu voto la democracia crece, y crecemos todos”. Soy alguien que siempre ha creído en la democracia, pero para tener democracia es importante tener equidad, respeto y sobretodo hacer cumplir nuestros derechos, no mezclaré guayabas con pozole; es decir, el debate ‘si en 2006 hubo fraude’ creo que ya está agotado, ahora quizá el debate debería enfocarse a saber si es necesario “purgar” a nuestras propias instituciones electorales, que se entere el gran engranaje político que algo anda muy mal, y que alguna posible salida es negarles nuestro voto. La democracia no la hace un 90% de participación, la democracia es un proceso que se construye con hechos.

Para el caso de Chihuahua, paradójico por completo, el escenario pinta un rotundo fracaso en cuestión de participación, el único actor es “la violencia”. Las autoridades chihuahuenses no han sabido responder como se esperaba, después de que se les ha depositado la confianza por medio del voto. Sinceramente la ciudadanía chihuahuense no conoce a sus candidatos y mucho menos el cargo que desempeñarán, las estadísticas marcan que en elecciones intermedias (como es el caso) la población votante es menor al 25% de participación que se tuvo en las elecciones de 2007.

México necesita un respiro, los actores políticos necesitan saber que la ciudadanía ha despertado de su letargo, no es justo que millones de pesos se vayan en campañas, que a mí punto de vista son inútiles, los medios de comunicación no pueden cargar todo el peso, sabemos de su influencia, que para este caso, cada día se debilita más. En tiempos de mediocracias, sólo queda una salida: la duda.

La vecindad o «el tercer patio»: Roberto Sáenz Maldonado

27 agosto 2009

Pensar en números

Pensar en números

CIUDAD JUÁREZ, Chih.- Escribir sobre la frontera y sus andares es siempre una cuestión compleja y a la vez de ética: lo más difícil de escribir sobre la frontera es vivir en la frontera. Quizá al redactar este artículo tenga un poco más de ventaja, primero soy fronterizo, segundo, me encuentro redactándolo en la ciudad de Guanajuato, es decir podré escribir libremente de la frontera sin tener el peso de estar en ella. Pero en realidad ¿qué es frontera?, si lo entendemos por el límite geográfico entre dos países sería bastante vago el concepto, frontera provoca algo mucho más que simplemente “un límite geográfico”. Para Oscar Martínez, la frontera es “una paradoja”, un lugar donde el entramado cultural posee un peso distinto al resto del país, un lugar donde se tiene una binacionalidad por nacimiento, un doble idioma, dobles costumbres, en sí dobles pensamientos. Más que todo un discurso identitario.

México es un país que conoce las virtudes y defectos de sus fronteras. Sobre todo porque el peso se incrementa al tener a un país como los Estados Unidos en nuestra frontera norte, son más de 3200 kms. de largo los que hacen de esta zona geográfica una zona de bi-culturalismo a flor de piel(1). Por otro lado, la frontera no sólo forma parte del rubro cultural (por ser el más rico), sino dicho de una forma “es la caja del supermercado”, donde se controlan las entradas y salidas de bienes materiales con algún peso monetario; donde si por un momento teníamos una paradoja al no poder encasillar en un concepto a “frontera” surge una nueva al conceptualizarla como lo hace Encarna Gutiérrez: “…la clave central del discurso nacional; a la vez que transporta la paradoja de un capitalismo globalizado, en el que las fronteras nacionales son objeto de negociación…”(Gutiérrez,2001:87).

En los últimos años México se ha volcado en una serie de posiciones políticas y sociales que en su mayoría competen a países desarrollados, no obstante la ciudadanía mexicana las ha adoptado de la mejor manera. Desde la implementación de la ley de convivencia en el distrito federal hasta la nueva ley antitabaco, pasando por una serie de propuestas de ley como la legalización de algunas clases de drogas (que ha causado un fuerte debate), la pena de muerte, entre otras. Es evidente que la tendencia de los nuevos actores sociales torna “freelance” las opiniones, por un lado el peso moral de la ciudadanía y por el otro la falta de planeación hacia estas nuevas políticas públicas.

El punto es, si estas relaciones fronterizas de alguna manera son nocivas para la vida política mexicana, hasta qué punto esta “vecindad” o “tercer patio” se convierte en escenarios de prueba para los poderes hegemónicos mundiales. El camino hacia la senda democrática no es sencillo, México como Estado pone de su parte, la clave es encaminar paralelamente y sobre la balanza lo  que corresponde al Estado y lo que le compete al ciudadano, visto desde su lado más humano.

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(1)  Sería pertinente retomar el discurso que propone Carlos Herrera González en su libro “La frontera  que vino del norte”, donde mediante un lenguaje común explica contextual e históricamente la diferencia de dos conceptos que podrían significar lo mismo, pero a la vez son completamente distintos Border & Frontier.

La visión de lo laico, determinante del sujeto político: Roberto Saenz Maldonado

22 agosto 2009

CIUDAD JUÁREZ, Chih.-En esta ocasión se propuso a decir verdad un tema polémico hace unos años, “la democracia y la religión”, se pretende analizar desde varios ángulos el papel de la religiosidad en la vida democrática. Considero que para ello es necesario establecer tres ejes en esta pequeña reflexión: la posición del México católico a lo largo de más de dos siglos, las continuas redefiniciones que ha sufrido el sujeto político en cuanto a su identidad y cómo se ha manifestado el entorno democrático/laico.

Si bien, la vida política mexicana siempre ha mostrado su lado “guadalupano”, sin permear en ese debate izquierda-centro-derecha, donde a contra luz se transfieren las ideologías religiosas. ¿Pero hasta qué punto el ciudadano mexicano se ve inmerso en el papel de su religión ante la política? es sencillo, por nacionalidad el mexicano como diría un buen amigo “a huevo es católico o algo semejante” (me considero creyente). En un principio, las visiones del México que hasta hoy conocemos, tenía grandes raíces católicas, nuestros antepasados fueron educados por misioneros católicos de distintas órdenes; pero ¿qué distancia debe existir entre lo laico y lo religioso? Es entonces donde el papel evolutivo, la separación de la Iglesia y el Estado se consagra ¿a caso fue total?

México ha pasado por una serie de transformaciones, desde la época posindependentista, tras una serie de pensadores ideológicos que realmente no veían la instauración de una República Federal hasta despojar a la Iglesia de todo lo que poseía; no solamente en materia sino también del poder económico y político que constituían. La Iglesia de la misma manera que los poderosos industriales y funcionarios políticos, era quien primero tomaba las decisiones de cómo se tenía que dirigir al país, Ceballos y Romero en su texto Cien años de presencia y ausencia social cristiana 1891-1991, se refieren a la Iglesia en el sentido que, su influencia era tal, que todos los procesos sociales tendrían que ser valorados por dicha institución.

Pero en realidad ¿la ideología religiosa de alguna manera forma al sujeto político?, al menos parte de la ideología política tiene carácter religioso. Para el caso de México las tendencias partidistas pueden identificarse también por una ideología religiosa. Es decir, un sustento, como lo asegura Marcel Gauchet: “El Estado sólo puede promover la paz si se libera de esta tenaza, es decir, necesita desvincularse de la adhesión confesional y plantearse por encima de la Iglesias en nombre de una legitimidad religiosa propia que toma de su relación directa con Dios” (Gauchet,2003:43).Algo sí me queda claro, en las nuevas democracias es esencial que la pluralidad sea uno de los valores más arraigados, si esto conlleva la pluralidad religiosa, sin que de alguna manera se pierda el sentido de querer ser más humanos.

¿Aniquilar el activismo? La participación política y los jóvenes: Roberto Sáenz Maldonado

19 agosto 2009

Aniquilar el activismo

Aniquilar el activismo

CIUDAD JUÁREZ, Chih.- Mi abuelo, un burócrata de los años cuarenta, al cuestionarle por qué trabajaba como político me contestó: “por un lado la política es como las mujeres, un día son amables contigo, al otro te tratan como si fueras el huarache, con los pies; sin embargo no dejas de quererlas y apasionarte por como son”, riéndose sonrió, por un momento pensé que se retiraba de la habitación donde nos encontrábamos, pero no, volteando la mirada hacia mí me dijo: “aunque también la política es como los embutidos, más vale no saber cómo se hacen” a risa suelta, ahora sí se retiró de la habitación. La política puede ser la pasión más sagrada para unos, pero una completa pérdida de tiempo, corrupción y perdición para otros (al menos en nuestros días).

Vale la pena destacar que los tiempos cambian, la historia se vuelve el péndulo al que refiere Agnes Heller, ese péndulo de la modernidad en el cual su vaivén revierte todos los procesos sociales. En un momento el péndulo apunto hacia la crítica y el pasionamiento por la emancipación, el carácter del joven se tornaba de lo más ideológico posible, actuaba bajo su propia conciencia de líder, el joven de la década de los sesenta hacía notar el reproche hacia las actividades mal intencionadasde sus autoridades, de su entorno, de la parte que le correspondía como individuo de una sociedad. Vaya que los tiempos han cambiado.

Pero dónde se apagó este carácter o interés participativo, Rodríguez y Dabezies sugieren que “…en este tipo de visiones se supone un escaso apego de las generaciones jóvenes a las formas políticas democráticas vigentes (1990:263)”. El resultado es claro: la posición de las jugadas políticas de la época son tan poco atractivas, que los jóvenes prefieren ni siquiera pensar en ellas. Para el caso mexicano en específico, es de notarse que en las dos últimas décadas los movimientos políticos en nuestro país han ofrecido un panorama poco alentador. Me refiero a pésimos procesos electorales (1988 y 2006), el asesinato de un candidato presidencial totalmente carismático (Luis Donaldo Colosio), por mencionar los de más relevancia. Pero ¿qué entendemos por participación política? Es necesario saber que la participación política no es necesariamente la praxis política, son dos conceptos totalmente distintos. Por un lado uno puede ser participante político desde la visión del activismo, mientras que la praxis política sugiere a un cargo dentro de la esfera de gobierno.

La participación sugiere muchos factores englobados entre sí, lo social-económico por una parte y el entorno político por otra. En México se gesta una etapa de transición que para pocos es benéfica, un deterioro de la atención del gobierno a los ciudadanos es quizá el mayor de los reproches, no tan solo de los jóvenes, sino de la mayoría de la sociedad. Tanto el gobierno como los partidos políticos no encuentran la forma de alentar a los jóvenes para que se acerquen a las urnas(1). Antes tenía la idea de que los jóvenes que militaban en un partido político perdían el tiempo (después de haberlo hecho por más de cuatro años y varias campañas políticas), estaba completamente seguro que uno no lograba nada al estar en ese tipo de instituciones. Después comprendía que es posible que dos elementos se contrapongan a la idea de la militancia partidista, la familia y la sed de justicia social, ambas totalmente válidas.

En el año 2008 colaboré dentro de un proyecto de investigación auspiciado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y financiado por el Instituto Estatal Electoral de Chihuahua, el cual se denominaba “Causas del abstencionismo en Ciudad Juárez y propuestas de política pública electoral”. El hecho era, que tanto el IEE de Chihuahua como el Gobierno del Estado estaban interesados en saber por qué esta población fronteriza era la ciudad con más alto nivel de abstención electoral a nivel nacional. Era evidente que un cúmulo de factores podrían saltar a simple vista sin la necesidad de entablar un proyecto de investigación costoso y tardado, el objetivo era teorizar de cierta manera dicha acción.

De manera personal quise conocer más de cerca las razones, motivos o circunstancias que los orillaron a no votar en la última elección o simplemente dejar de hacerlo desde hacía ya un tiempo atrás. En conclusión los jóvenes juarenses no votaban, o no estaban interesados en hacerlo, por la desconfianza en las instituciones y el mal manejo de los recursos dentro de los órganos de gobierno(2). Este punto de vista podría ser un pensamiento general de la población juvenil mexicana. El proyecto que terminó y una conclusión vale la pena destacar: el abstencionismo es una forma más de participación política, entendida como el derecho de no sufragar a favor de un candidato, propuesta, partido o coalición, por las razones que el mismo (ciudadano) sugiera.

Un estudio relevante realizado en Chile titulado “Análisis de la participación política de los jóvenes” da a conocer datos interesantes sobre el pensamiento de los jóvenes hacia el entorno político en ese país. Entre las edades de 18 y 29 años, se comparten muchos pensamientos entre los chilenos y mexicanos, pero quizá uno de los puntos más relevantes de este estudio, es que los jóvenes chilenos indican que podrían acercarse a las urnas y sobre todo al entorno político si el voto no fuera obligatorio(3).

En un país como México, donde de cierta manera se actúa para ciertos criterios con aires democráticos, es necesario revalorizar lo que se está haciendo como tarea política, con el fin de recuperar la confianza (hace tiempo ya perdida) no sólo de los ciudadanos jóvenes sino de la población en general. Campañas como “Si no votas no te quejes” no sirven para nada, al contrario alejan al votante, el voto es un ejercicio libre. El gobierno está obligado a promover y respetar los tipos de participación que la misma ciudadanía proponga, no podemos quedarnos con las manos cruzadas, de hacerlo aniquilaríamos el activismo.

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*Estudiante del Programa de Maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

1. Quizá sea la única forma de participación favorable para su conveniencia

2. La relación existente es de un jóven votante por cada diez abstencionistas

3. Cabe destacar que Chile implementó esta ley, en la que el ciudadano tiene la libre decisión de inscribirse en el padrón electoral, teniendo como obligación acudir a las urnas cada vez que se presente una elección, de lo contrario se haría acreedor a una sanción por parte del gobierno.